Hoy recibí un mensajito de mi esposo que me informaba de la muerte de José Saramago. Una pena...
Volví a casa y empecé a hojear los libros que tengo de él y a mirar en internet entrevistas que le hicieron al escritor; yo qué sé, quizás es la forma que uno tiene de homenajear en silencio, como cuando sacás un viejo álbum de fotos para recordar a quien se acaba de ir.
Entre tanto revolver páginas reales y páginas virtuales, encontré una frase suya que dice así:
"La realidad cotidiana nos dice que no podemos ser optimistas, y yo no lo soy, pero definitivamente sólo los pesimistas pueden cambiar el mundo porque los optimistas están encantados con lo que hay." (La caverna)
Muchas veces me dicen que tengo una mirada negativa o pesimista de la educación y eso no me sienta muy bien que digamos porque me deja la amarga sensación de ser la típica persona quejosa que sólo ve lo que está mal hecho.
Algunos ya habrán podido leer entre líneas cuánta esperanza me genera trabajar en educación, pero la verdad es que ante tamaña mediocridad educatica, es imposible que queriendo hacer las cosas lo mejor posible, no tenga una mirada pesimista, ácida y fastidiada.
Por suerte, existen hombres como Don José que nos explican que nuestro pesimismo es ante todo ganas de cambiar el mundo (aunque sea el nuestro, ese pequeño, lleno de pizarrones y polvo de tiza...)!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario