"La mayor parte de los educadores... vivimos en un estado de ánimo transitado por la ambigüedad. Sentimos que algo se rompe y se desmorona en nuestro mundo externo y en nuestras certezas interiores... "
Cecilia Braslavsky
Estoy leyendo un libro cuyo título es LA ESCUELA COMO MÁQUINA DE ENSEÑAR de P. Pineau y otros autores. El texto de la cita pertenece a la presentación del libro.
Me pasa a menudo, que dudo entre reflexionar a fondo o vivir simplemente mi mundo laboral como una tarea rutinaria. Los que más me conocen saben que mientras me decido por tirar la chancleta y entregarme al trabajo rutinario, sigo pagando mi cuotita (no tan cuotita universitaria) y le sigo pegando duro a libros como estos que me invitan a reflexionar tan a fondo que me vuelvo a preguntar qué hago que todavía no me anoté en un curso de decoración de interiores...
-Escuelas eran las de antes.- dice la mamá de Jaimito.
-Alumnos eran los de antes.- dice la maestra de Jaimito.
-Maestras eran las de antes.- dice la dire de la maestra de Jaimito.
¿Antes de cuándo?
La escuela así como la conocemos, con bancos, separada en grados con una maestra que enseña a grupos de alumnos suficientemente numerosos, tiene algo más de un siglo... apenas 20 años más que mi abuela.
Pensemos en lo fuertemente instalada que está la escuela en el ideario social; miremos la manera poderosa en que la máquina de educar alcanzó a porciones enormes del globo en tan pocos años... ¿No será que un siglo y pico es muy poco para añorar algo pasado?
¿No será que semejante máquina, la escuela, está recién transitando su temprana juventud?
Al final, otra vez la reflexión me lleva a amigarme con la escuela y quizás deje mi curso de decoración y la rutina laboral para futuros vaivenes emocionales.
"Al final, la reflexión siempre me lleva a amigarme con la escuela", coincido plenamente Seño Popi.
ResponderEliminarCuando sabemos (o queremos) mirar la realidad escolar que nos circunda, los estados de ánimo negativos parecen querer invadirnos. Pero está bueno darse cuenta de que reflexión mediante, -y habría que detenerse en la significación del vocablo, pero basta apuntar que para hacerlo bien hay que, entre otras cosas, leer los libritos que los especialistas escribieron y estar simplemente comprometidos-, uno puede reconciliarse con "la escuela".
La pregunta sería, ¿qué engloba el objeto reconciliante? Es decir, ¿qué entendemos por escuela? ¿La educación? ¿Los alumnos? ¿La historia de la escuela democrática? ¿Los educadores? ¿la pasión de quienes laboran en ella?
la escuela y todos los supuestos que se construyeron alrededor de ella: la supuesta o pretendida autoridad del docente, la supuesta o pretendida sumisión de los alumnos, la supuesta vocación docente, los supuestos saberes relevantes...
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