Hay veces, como este jueves, viernes y toda la semana santa, en que se me cruzan miles de pensamientos, ideas o propuestas para compartir con las maestras. Y cuando me pasa eso, me dejo llevar y busco lecturas, recortes, armo una cartelera...
Se me ocurrió que esta semana leamos en todos los grados, un cuento tradicional. Les mandé un mail a todas para ver si se enganchaban y por supuesto se engancharon las copadas. Me imagino que otras habrán pensado "yo tengo una vida después de la escuela" o "en semana santa no leo mails escolares" o cualquiera de las respuestas que suelen dar para no brindarle a su trabajo un segundo más del horario escolar.
Yo me engancho y se van sumando esposo, hijos que me prestan sus libros de cuentos, mi mamá que recordó que en su biblioteca están mis libros de infancia y nunca nadie dejó de disfrutar de los días feriados. Muy por el contrario, las conversaciones se llenaron de personajes archivados en la memoria de todos, mientras comíamos huevos de chocolate como Dios manda.
Hay vida después de la escuela y la escuela es parte de mi vida.
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