Hoy la madre de una alumna muy tranquila, de perfil bajo que no causa problemas de ninguna índole vino a quejarse por una situación que no voy a detallar (cuestiones de organización institucional, horarios, etc.).
Yo nunca había visto a esta señora que suponía tenía un perfil parecido al de la hija porque como dijo el filósofo: De tal palo, tal astilla.
Pues bien, el filósofo que se dedique a otra cosa porque la Señora Madre no hizo más que escupirme frases como:
1. Gordi, yo tengo un laburo como vos...
2. A mi me rompe las pip tener que venir a decirte esto...
3. Pipi, pip, pip...
Cada vez que modulaba, iba subiendo el tono violento de las frases en su queja verborrágica.
En ese momento sólo atiné a responder con corrección, disculpándome por algún error cometido y sin entender tal grado de enojo.
Ahora, a las 9 y pico de la noche, me acuerdo y me doy cuenta que yo estoy muy, muy enojada, que me gustarían tantas cosas... pero no, no lo voy a escribir siquiera.
Hasta mañana.
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